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Borussia Dortmund, el club con más convocatoria del mundo

El equipo alemán del Borussia Dortmund ha tenido una temporada irregular y terminó último en la Bundesliga al cierre del 2014. A pesar de eso su gente jamás lo abandonó. Sigue siendo ahora el club con mayor fidelidad de sus aficionados, aunque las derrotas sucedan. 

Los jugadores se lo agradecen y hasta les sirven cerveza a los hinchas. La fiesta sucede igual, allí, en el Signal Iduna Park que se viste de celebración. La derrota no importa. O, al menos, no parece el escenario que modifique el fin de semana de los hinchas del Borussia Dortmund. Ellos, que supieron en días recientes de preciosos protagonismos, alientan ahora a un equipo que necesita puntos para no exponerse a la posibilidad del descenso. El estadio se muestra como si la campaña fuera propia de un campeón. Van todos, gritan todos, ríen todos.

Es un encanto lo que sucede. Los jugadores lo advierten. Las derrotas del equipo de Jurgen Klopp no cambian el ambiente: la fiesta es una continuidad que excede a los avatares de las triunfos y/o de las derrotas. En un vestuario vencido nacieron dos ideas: cuando el Dortmund quedó en la cornisa del descenso, los referentes se acercaron a las tribunas para pedir disculpas; luego, ya en ocasión de un evento anual, algunos integrantes del plantel honraron y homenajearon a sus hinchas sirviéndoles cerveza. Era un modo de agradecer. Y de pedir perdón por no abrazar con resultados a tantas expectativas.

Parece realismo mágico en versión alemana, pero es estrictamente una verdad acompañada por una novedad circunstancial. "Este estadio, esta gente, es una bomba", decían antes y repetirán ahora y para siempre. Aconteció la última semana. Lo contaron las agencias de noticias, con asombro: un grupo de obreros que trabajaban en la remodelación del estadio del Dortmund encontraron debajo de la Tribuna Oeste una bomba de la aviación británica de la Segunda Guerra Mundial. A consecuencia de ellos, las autoridades locales tuvieron que evacuar la zona. Establecieron un perímetro de seguridad de 250 metros. El artefacto encontrado, de unos 250 kilogramos de peso, estaba cinco metros bajo tierra, debajo del VIP. Según retrató el periódico RuhrNachrichten, debido a la evacuación de la zona, el club cerró la tienda oficial y el museo del estadio por tiempo indefinido. Se sabe, de todos modos: apenas se levanten las medidas de precaución, la gente -hinchas, visitantes ocasionales, turistas- copará cada rincón en nombre de algún souvenir o bandera o camiseta o emblema.

Lo sabe aquella hincha que cuando se terminaba el último octubre se presentó en la conferencia de prensa del entrenador Jurgen Klopp. Ella, pura audacia, deshizo la solemnidad con una frase, tras el partido contra el Sankt Pauli por la Copa de Alemania. Nadie supo cómo ingresó, pero todos recuerdan su frase. Dijo ella: "Usted nos ha llevado al éxito y nosotros lo sacaremos de la crisis". Todos miraron con un asombro que no cabía ni en la sala de conferencias. Klopp la miró, sonrió y pronto finalizó la conferencia. "Esto es Dortmund", dijo, orgulloso de pertenecer.

No es sólo una impresión o una anécdota. Los hinchas del Dortmund están siempre. De acuerdo con el informe anual sobre concurrencia a los estadios, realizado por la consultora Pluri, el equipo alemán volvió a liderar en el rubro. Promedió 80.297 espectadores en la última campaña finalizada, la 2013/14. Volvió a superar -con margen- a los cuatro gigantes que lo persiguieron: Manchester United (75.207), Barcelona (72.116), Real Madrid (71.558) y Bayern Munich (71.000). Sirven dos datos: primero, el equipo terminó a 19 unidades del implacable Bayern de Pep; segundo, incluso cuando ya no había chances de alcanzar al puntero y la clasificación a la Champions League estaba garantizada, el estadio seguía como siempre. Sí, repleto de fiesta.

Aunque ahora mejoró su campaña en el recorrido por la Bundesliga, el Dortmund finalizó el 2014 en zona de descenso. Y en el pasado febrero, los jugadores tuvieron que escuchar silbidos y rechazos en el Iduna. A Mats Hummels, uno de los principales referentes del plantel, se le ocurrió la idea: acercarse a la gente para dar explicaciones del mal momento. Lo hizo con naturalidad. Lo acompañó el arquero Roman Weindenfeller. En ese gesto comenzó a gestarse la reconstrucción. Ahora, el equipo merodea la mitad de la tabla. Y mientras tanto, se entusiasma en la Champions League: el 18 de marzo enfrentará a Juventus, por los octavos de final. En la ida, la Vecchia Signora de Carlos Tevez se impuso 2-1 en Turín. En la vuelta, otra celebración sucederá. Incluso más allá del resultado...