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Los beneficios de comer probióticos para mantener los virus a raya

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Hay una armadura que no tiene forma de coraza metálica, pero nos ayuda a librar mil batallas. Aunque también se abolla con los lanzazos y se acaba oxidando si no se cuida. Las afrentas vienen en forma de bacterias nocivas, virus, frío, estrés o edad avanzada. El mantenimiento de la armadura se hace a base de una adecuada nutrición, unos hábitos de vida saludables y el consumo de probióticos. Es así como brilla nuestro sistema inmunitario.

Uno de los peores enemigos de esa protección con la que nacemos, nuestro sistema inmunitario, son, sin duda, los virus. Con la COVID-19, más que nunca, se habla de la importancia de tener una inmunidad fuerte para afrontarla de la mejor manera. ¿Cómo conseguirlo?

Nuestra armadura se compone de tres elementos. Primero, barreras físicas (piel, recubrimiento gastrointestinal), que impiden el acceso del virus a nuestro interior. Estas superficies están recubiertas de sustancias químicas que también participan de esta función (sebo cutáneo, moco, ácido estomacal). Y aún hay un tercer elemento defensivo: el conjunto de microorganismos que conviven con nosotros (microbiota) y que también colaboran para evitar la entrada de los agentes infecciosos.

La microbiota está en todas las superficies que cubren nuestras barreras: la piel, las mucosas del intestino, las respiratorias, o el tracto genito-urinario... Algunos virus pueden conseguir traspasar estas barreras. En ese caso, disponemos de las defensas o “respuesta innata”, células que se activarán de forma automática para aislar o eliminar a cualquier intruso. Paralelamente, las células defensivas clave, los linfocitos T y B, activarán mecanismos de destrucción específicos contra el agente infeccioso en particular.

La serie de dibujos Érase una vez la vida lo explicaba de fábula. Ante la invasión de “los malos”, los linfocitos T organizan a todo el ejército de linfocitos para destruir las células infectadas y los B dan lugar a los famosos anticuerpos, específicos para cada agente agresor. Estos envolverán al virus para impedir que pueda seguir multiplicándose e infectando. La capacidad de fabricar anticuerpos tiene memoria, así que, si nos volvemos a infectar de ese mismo virus, nuestro organismo será capaz de reaccionar más rápido.

Para mantener una armadura impenetrable frente al enemigo, es fundamental alimentarse bien, hacer deporte o evitar el alcohol o el tabaco. Por ejemplo, según la Sociedad Internacional de Inmunonutrición (ISIN), una alimentación variada y equilibrada, rica en frutas y verduras -que contengan antioxidantes- ayuda al buen funcionamiento inmunitario.

La dieta mediterránea y todas aquellas que promuevan una microbiota saludable, mejoran la respuesta inmunitaria. Y luego están ciertos complementos alimenticios: los probióticos. Su demanda está en auge, pero ¿sabemos qué son los probióticos, cada cuánto deben tomarse o si existen específicos para cada persona?

El 80% de nuestro sistema inmunitario está en el intestino: la flora intestinal ayuda a fortalecerlo y luchar contra infecciones comunes

Los probióticos son microorganismos vivos externos (bacterias o levaduras en su mayoría) que podemos incorporar para mejorar la respuesta inmunitaria y, por tanto,

la defensa frente a infecciones, como el coronavirus, pero también en muchos otros casos. Eso sí, no todos valen para todo. Por ello el consejo de los expertos es el de ingerir probióticos en el contexto de una dieta equilibrada. Esa combinación, sí es acertada.

Cambios de estación, llegada del frío, estrés, gripe, resfriados y vacunaciones o edad avanzada pueden mermar nuestras defensas y es entonces cuando podemos necesitar una ayuda extra. Es aquí donde entran los probióticos. Para proteger el sistema inmunitario y el restablecimiento de las defensas hay cepas probióticas específicas, como el Lactobacillus plantarum CECT 7315 y CECT 7316, que en España solo contiene el probiótico Lactoflora® protector inmunitario adultos de STADA y cuya eficacia se ha probado con diversos estudios clínicos.

En el mercado hay una gran cantidad de probióticos, pero según la Organización Mundial de la Salud y la Organización Mundial de Gastroenterología solo son de calidad los que cumplen ciertos requisitos: la etiqueta debe incluir género, especie y cepa de cada microorganismo, con esta estructura, como por ejemplo, Lactobacillus rhamnosus Lcr 35; unidades formadoras de colonias (cantidad de microorganismos vivos en cada cápsula, sobre o frasco); dosis recomendada; condiciones de almacenamiento e información de contacto del laboratorio farmacéutico.

A la hora de comprar un probiótico es fundamental fijarse, además, en que disponga de estudios propios hechos por el laboratorio fabricante que avalen su eficacia y seguridad para la indicación de salud que promete. Son los estudios clínicos los que marcan la dosis efectiva y por eso debemos fijarnos en su presencia en el etiquetado. Es decir, que en la etiqueta figure más cantidad de microorganismos no significa que el probiótico sea mejor. De hecho, en el caso de los probióticos, menos puede ser más.

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