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El fichaje 'amistoso' y 'relámpago' de Falcao al Rayo Vallecano empieza a dar rápidos resultados

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La relación entre el delantero colombiano Radamel Falcao y el volante espanol Mario Suárez facilitó la llegada del cafetero al Rayo Vallecano en la Liga española. 

Falcao, de 35 años de edad, suma dos goles en 33 minutos como rayista.

En referencia a este tema el Diario El Mundo de España presentó la siguiente nota: 

«¡Dos partidos, dos remates, dos goles!», fardaban este miércoles, radiantes, en el Rayo Vallecano, antes de coger un avión de regreso a Madrid desde Bilbao, tras el segundo y sonoro zarpazo de Radamel Falcao (1986) en apenas tres días. En dos periquetes, más bien. Su cabezazo en el tiempo añadido de San Mamés (minuto 96), un cuarto de hora después de haber entrado en sustitución de Unai López, permitió al conjunto del modesto barrio madrileño dormir bien calentito en unos mullidos puestos de Champions. Dos ratos entre Vallecas y Bilbao, concretamente 33 minutos, para firmar una fabulosa media goleadora: un tanto cada 17 minutos.

Pero las fantasías no suelen hacerse realidad sólo por azar. Tampoco en el caso de esa utopía que parecía el fichaje de Falcao, ya con 35 años y un puñado de lesiones a sus espaldas. Aunque también con la ilusión de alcanzar ese anhelado Mundial de Qatar 2022. Buena parte de culpa del aterrizaje del ariete cafetero la tiene su compañero Mario Suárez, que le vio llegar al vestuario del Atlético en aquel lejano de septiembre de 2011. A pesar de la abrupta marcha de Radamel hacia Mónaco (2013) y a pesar, además, de la distancia que les ha separado, ambos han mantenido el contacto. Radamel dejó huella en buena parte de aquel vestuario rojiblanco y, en gran medida, por eso ahora es un ídolo en Vallecas. Y eso que sólo ha jugado dos ratitos.

Admiten a este diario que fue Mario Suárez quien puso sobre la mesa del presidente, Raúl Martín Presa, el nombre de Falcao. El centrocampista, que llegó a Vallecas en enero de 2019, avisó de que existía la posibilidad y ejerció de intermediario entre ambas partes. Y es que había algunos rincones del Rayo donde recelaban de su contratación. Mario tendió el puente en aquel frenético 31 de agosto, con el punta, aún propiedad del Galatasaray, pegado al teléfono en Bolivia, donde estaba concentrado con su selección. Fue necesario un acuerdo económico con los turcos para obtener la libertad (le restaba un año de contrato) e hizo falta, también, que el punta pusiera de su parte rebajando las cifras económicas sobre las que se había movido (10 kilos brutos en Turquía). Pasadas las 12 de la noche, se confirmaba el bombazo. El día 4, el Rayo lo hacía oficial.

«La operación surgió en el último instante, por momentos pareció un tiro al aire», recuerdan en los despachos de la entidad rayista, que previamente había enfocado sus esfuerzos en echar el lazo a Sergi Guardiola. La dirección deportiva fue ajena al fichaje del colombiano. «Lo de Falcao fue trepidante», insisten desde la entidad, donde hablan de una operación «presidencialista». Allí ha sorprendido el carácter abierto, humano y cordial del jugador, que se encuentra buscando casa para vivir junto a su mujer y sus cuatro hijos, a pesar de que en un principio barajó la opción de vivir en un hotel. Precisamente su esposa, ilusionada con volver a Madrid, ciudad de la que se enamoró entre 2011 y 2013, fue otra de las claves.

EL RECUERDO DE HUGO, GUILHERME...

A estas alturas, al menos para Falcao, que ha pasado por River Plate, Oporto, Atlético, Mónaco, Man. United, Chelsea y Galatasaray, moviendo más de 100 millones, siempre bajo la batuta de Jorge Mendes, el dinero es lo de menos. Su sueldo estará en torno a 1,2 millones brutos, aunque recibiría pluses por la permanencia o número de goles. «Radamel ha puesto mucho de su parte», recalcan en el club, donde recuerdan la llegada de otros cañoneros icónicos con esa camiseta como Hugo Sánchez, Guilherme o Diego Costa.

Nunca antes se habían visto semejantes colas en Vallecas para recibir a un fichaje. «Falcao está encantado aquí. Es un tipo muy humilde, cordial y muy humano», añaden. Mientras Andoni Iraola, su técnico, se frota las manos: «Ha venido con la actitud de querer aprender las cosas rápido y ayudar en lo que sea». Y en esas anda Radamel, que ya marca a la velocidad de un rayo.

Fuente: Diario El Mundo España